jueves, 24 de abril de 2014

El Beagle

El viejo garabatea en su libro de notas nuevas ideas tras notar las lluvias torrenciales que ha observado en los desiertos costeros que su barco recorre. Ha visto los ríos cargar toneladas de sedimento y depositarlos en el mar, sobre los arrecifes, ha visto también cuerpos de aves flotando cubiertas de una sustancia negra y oleaginosa. Catástrofes naturales y otros eventos inundan sus pensamientos y su mente oscila de una idea a otra sin que la pluma y la mano la puedan seguir. El viejo acaricia su barba, se rasca la nariz, limpia sus lentes cubiertos de brisa marina y continúa escribiendo.

            Por muchos años él y su tripulación han recorrido las costas de los siete mares. Han visto los paisajes cambiar, las aves desaparecer, los animales extinguirse. El viejo sigue escribiendo en su cuaderno de notas mientras una lágrima escurre por sus mejillas. Por años ha viajado en aquel barco que tanto ama y que tan determinante ha sido en su vida. Por años ha estado tan absorto en sus ideas y sus observaciones que está a solo unos minutos de, por primera vez en todos esos años, darse cuenta de que no se ha cruzado con ningún otro barco en ninguno de los mares y costas que ha recorrido.

            Rompe en lágrimas en un llanto ahogado que le empapa la barba y los anteojos y que le deja en los labios un gusto marino. Se siente solo, confundido. Siente que todos esos años han sido inútiles porque cada vez está más lejos de poder dar una explicación a los fenómenos naturales que lo han apasionado por años. Con los ojos todavía empapados en lágrimas se asoma a cubierta para observar a la tripulación. Los nota a todos tranquilos, unos trabajando y otros fumando y platicando entusiasmados sobre el viaje como si acabaran de zarpar. El viejo se siente más solo, pues ahora siente que quizá sea la vejez la que ahora le impide aclarar sus ideas y entender el transcurso del tiempo. Con manos temblorosas busca entre sus cosas los cuadernos de notas, abre una caja, abre otra y la miríada de cuadernos negros y fechados lo avasalla provocándole otro ataque de llanto. Con la respiración ahogada saca la caja del fondo para corroborar la fecha en el primer cuaderno de notas. El llanto no le permite ni respirar cuando se da cuenta de la fecha en ese primer cuaderno de notas y la compara con la fecha que escribió en la mañana. Solo, confundido, profundamente triste y desolado, el viejo se duerme con sus propias lágrimas.

                El barco que más navegó está a punto de terminar su deriva en el tiempo. Atrapado por siglos, el barco y su famoso navegante se acercan a la tormenta que por segunda vez en esa noche atemporal hundirá al Beagle en un océano desconocido.
HMS Beagle by Conrad Martens.

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