domingo, 29 de agosto de 2010

El último beso

No podía haber nada peor a partir de ese momento. Ya habían superado la angustia, el dolor, la desesperación, el miedo y también el pánico. Les habían quitado absolutamente todo y ahora estaban seguros de que no volverían a salir de ahí, que la muerte era la única salida y que sin duda la tendrían. Ya no odiaban, ya no lloraban. Habían gastado toda la rabia y las lágrimas.
 Caminaban desnudos en aquel terreno polvoriento, las manos atadas, palma con palma y los pies unidos por un lazo lo suficientemente largo para únicamente permitirles caminar despacio. Hacia frío, apenas amanecía, pero el frío era una de las sensaciones que habían decidido ignorar hacía algunos días, semanas, tal vez meses atrás.
Caminaron durante algunos minutos y el murmullo de los que encabezaban la fila puso alerta a aquellos que iban mas atrás o a los que caminaban distraídos. Se acercaban a la fosa común. Algunos sintieron alivio, otros encontraron las últimas lágrimas. Les ordenaron hacer varias filas a lo largo de su tumba. Obedecieron. Sonidos de disparos y los cuerpos empezaron a caer, algunos todavía con vida porque los verdugos de aquel día eran aun inexpertos en el arte de matar.
Para los que aun estaban vivos y agonizaban en la fosa era una sensación extraña, pero hasta cierto punto reconfortante, estar rodeados justamente por esos otros cuerpos. Esa cercanía era ya lo único bueno a lo que podían aspirar. Mientras morían, buscaban los ojos y las manos de los que estaban al lado, para verse por última vez, para tocarse las manos en una despedida, para darse amor. Algunos consiguieron besarse por última vez.

viernes, 20 de agosto de 2010

Quiero más de una vida

no quiero una sola
no quiero sólo un destino
ni un sólo hogar
quiero más de una vida

quiero una vida en las montañas
cubiertas de armiño
quiero ese frío en los huesos
quiero ese brillo en mis ojos
quiero su grandeza dentro de mi
quiero a sus lobos cantando cercanos
quiero a mis piernas
luchando con su nieve

quiero una vida en el mar
quiero a mi cuerpo
sobre su profundidad
quiero a sus olas llegando a mis pies
quiero a su sol en mi piel

quiero ser nativa
de una isla lejana
quiero la miel de su fruta en mis labios
quiero la brisa en mi cara
quiero un manantial entre la selva
quiero vivir cerca de la tierra

quiero caminar
bajo la lluvia y el trueno
quiero una vida de lucha
quiero gritar con un puño en el aire

quiero una tierra sana y eterna
quiero ayudarla a seguir
quiero conocer el misterio
que encierra cada
parte de vida

quiero luchar por la libertad
quiero aprender todo el tiempo

quiero una vida
para viajar y recorrer
la tierra entera
quiero bañarme
en mares distintos
quiero recorrer
nuevos caminos
y no transitar por el mismo otra vez

quiero hablar varios idiomas
y escuchar diferentes ideas
quiero ver otras formas de vida
y diferentes maneras de pensar

quiero que miles de ideas
fluyan como la tinta en un papel
quiero ser dueña de mis sentimientos
y mis pensamientos
quiero ser dueña de mi ser
quiero tener la libertad de ser yo misma

quiero completo
cada segundo del tiempo
quiero más de una vida

quiero amar a más de una persona
con profundidad
quiero amar plenamente
completamente
infinitamente
quiero que mi corazón
salga y me rodee

quiero más de una vida
quiero una vida en el aire
suspendida en el viento
quiero una vida en las estrellas
en el infinito
en la profundidad

quiero exprimir a la vida
quiero una vida plena.
Ilustración de Aleks Sennwald 

miércoles, 11 de agosto de 2010

Ojalá que nadie toque su luna














Isla Tiburón en el Golfo de California, fotografía de Stephen A Marlett.
Ojalá que nadie atrape
            los cantos de sus criaturas
            ni se robe sus miradas
Ojalá la felicidad
            lo siga escogiendo
            como su morada
Ojalá las lágrimas
            sigan diluyéndose
            en la inmensidad de su azul marino
Ojalá nadie toque sus rocas
            robándose parte de su historia
Ojalá nadie sueñe con sus olas
            apoderándose de su eternidad
Ojalá nunca nadie cruce su cielo
            que sus estrellas pueden caer
Ojalá toda su magia
            nunca quepa en mi corazón
            que no quiero poseerle
Ojalá que mi alma
            se escape cada noche
            solo para dejar un poco de si
            en cada rincón
            de ese mar
Ojalá que cada vez que cierro los ojos
y una lágrima los inunda
            su silencio me abrace
Ojalá sus frías aguas
puedan a distancia
            calentar mi corazón
cuando el dolor y el hielo
lleguen a cristalizar mi alma
Ojalá que cuando llegue el momento
mi alma vague eternamente
donde ese mar
y en medio de su silencio
lo ame cada momento
            un poco más
            solo un poco más
como si fuera la última vez
hasta que el tiempo
            me robe junto con él.